Pienza, lautopía hecha ciudad, el sueño humanista de Pio II

Pienza es la criatura idealizada de un humanista, Enea Silvio Piccolomini, a quien el destino quiso como Papa. Hombre de mundo, gran intelectual y soñador como muchos sieneses («gente vanidosa», la definió Dante), estaba dotado de una gran inteligencia, acompañada de ironía: «Cuando era Enea, nadie me quería. Ahora que soy Pio, de todos soy el tío», afirmaba. Y aquí está implementando el loco proyecto de una ciudad construida en la nada, o tratando de emprender una cruzada imposible. Pienza reúne las contradicciones de una utopía: es una sede episcopal, pero tiene el tamaño de un burgo. En solo tres años, de 1459 a 1462, el núcleo de esta ciudad ideal nació «de un pensamiento de amor y un sueño de belleza», como escribió Giovanni Pascoli. Es difícil decir en qué se habría convertido si el Papa no hubiera desaparecido prematuramente. Antes, seguro, era un castillo como los de los alrededores (Monticchiello, Castelluccio), para controlar importantes vías de comunicación. De ahí el rumor de que los ladrones se refugiaron en Pienza, con la intención de robar a los caminantes, y luego regresaron a salvo dentro de los muros. Desde “Corsignan dei ladri”, la ciudad fronteriza que Boccaccio ya había mencionado en su famosa novela de Cecco Fortarrigo, hasta la ciudad elegida de un Papa, el salto es notable. En ese momento, Pienza podría convertirse en Patrimonio de la Humanidad, como ha certificado la UNESCO.